Fue allí donde Marlon Brando estuvo a punto de perder la cabeza por la magia negra del bongó y la tumbadora. Pero para entonces el sitio era ya un emporio de la cultura popular cubana. Desde muchísimo antes de su llegada, en 1956, habían sentando cátedra en aquellos predios Benny Moré, Arsenio Rodríguez, Antonio Arcaño, Tata Güines, Senén Suárez, Carlos Embale o El Chori, entre otras perlas.
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